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Avances y los desafíos que continúan para que la vivienda avance

Por Eduardo Martínez Mena, Director General de Valor Comercial Avalúos

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Avances y los desafíos que continúan para que la vivienda avance

En la nueva administración, los avances en vivienda y sus desafíos se entrelazan con la situación fiscal del país, la gestión pública y la lucha contra la corrupción. Entre los avances más visibles destacan:

1) impulso a la producción habitacional mediante incentivos a la construcción y financiamiento accesible, con el objetivo de reducir el rezago para familias de ingresos medios y bajos. Se han promovido simplificación de trámites y mejor coordinación entre niveles de gobierno y el sector privado, lo que facilita proyectos en ciertas zonas.

2) mayor enfoque en vivienda asequible y de interés social, con programas focalizados para ampliar cobertura y reducir costos de adquisición y arrendamiento, incluyendo apoyos a rehabilitación de barrios en situación de deterioro.

3) integración de vivienda y entorno urbano: políticas que buscan ciudades más compactas, movilidad sostenible y la dotación de servicios públicos (escuelas, centros de salud, espacios recreativos) para mejorar la calidad de vida en zonas antes desatendidas.

4) fortalecimiento de mecanismos de financiamiento y protección al comprador, con subsidios, garantías y transparencia en precios para disminuir riesgos de endeudamiento excesivo y posibles abusos.

5) incorporación de tecnologías y normas de eficiencia energética y resiliencia climática, promoviendo viviendas más eficientes y, cuando es posible, techos solares y mejoras en la envolvente térmica.

6) atención a vivienda rural y comunidades indígenas, con programas para regularización de tenencia de la tierra, acceso a servicios básicos e infraestructura rural.

Desafíos críticos que limitan los avances

Sin embargo, persisten desafíos críticos que limitan el impacto real de estos avances.

En primer lugar, las finanzas públicas juegan un papel decisivo: los subsidios y programas de vivienda requieren recursos fiscales sostenibles.

En años de presión presupuestaria, aumenta la tentación de reacomodos o recortes que afectan la cobertura y la calidad de los beneficios.

Esto genera incertidumbre para familias y para los inversionistas, que esperan reglas claras y presupuestos predecibles. En segundo lugar, la corrupción y las prácticas de mal manejo pueden socavar cualquier esfuerzo: sobrecostos, trámites inflados y desvío de recursos retrasan proyectos, elevan costos y minan la confianza ciudadana.

Sin una gobernanza transparente, los programas de vivienda pueden beneficiar a pocos o perder credibilidad ante la población.

Otros desafíos relevantes

La brecha de financiamiento continúa, incluso con subsidios expandidos: requisitos de ingreso, historial crediticio y capacidad de ahorro inicial excluyen a muchas familias. La disponibilidad de suelo a precios razonables en grandes ciudades sigue limitada, elevando costos de construcción y demanda de terrenos.

La carencia de permisos y trámites, a veces fragmentados entre niveles de gobierno, genera demoras y costos adicionales para proyectos privados y públicos. La informalidad y tenencia de la tierra irregular dificultan la urbanización planificada y la seguridad jurídica de las familias. La calidad de la vivienda y su entorno exigen estándares consistentes de confort, seguridad, accesibilidad y servicios.

La gentrificación y la presión sobre comunidades vulnerables pueden aumentarse si no se acompañan con políticas de protección social y alquiler accesible. En lo fiscal, la sostenibilidad de subsidios y programas depende de una economía estable y de un marco presupuestario predecible; ciclos económicos negativos y alta deuda pueden recortar la capacidad de sostener estas iniciativas.

Frente a ello, las prioridades para avanzar deben incluir: fortalecer la gobernanza y la transparencia para agilizar trámites y evitar prácticas corruptas; mejorar la rendición de cuentas y la fiscalización de los programas de vivienda; ampliar soluciones de vivienda modular y planificar suelos con normativa clara; diseñar mecanismos de transferencia de ingresos que faciliten el acceso a crédito sin asumir riesgos excesivos; invertir en servicios y conectividad en barrios en crecimiento; y promover la rehabilitación de vivienda existente y ampliar el alquiler social para evitar la segmentación espacial.

A nivel fiscal, es clave garantizar ingresos sostenibles y asignaciones presupuestarias acordes a compromisos de largo plazo, con reglas claras y mecanismos de control para evitar desvíos.

En resumen, la administración avanza en cobertura, calidad y resiliencia de la vivienda, pero necesita consolidar la ejecución, asegurar la estabilidad de las finanzas públicas y fortalecer la transparencia para evitar la corrupción.

Con un marco fiscal estable, una gobernanza más limpia y una planificación urbana más integrada, es posible avanzar hacia una vivienda digna para todas las familias, sin perder de vista que el desarrollo urbano sostenible depende tanto de recursos como de reglas claras y de una gestión pública honesta. Si quieres, puedo adaptar el texto a un tono más informativo, periodístico o divulgativo, o reducirlo/expandirlo para un medio específico.

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