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La bala como argumento: Colombia y el eterno regreso de la violencia política

Por Dr. Francisco Ramírez

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La bala como argumento Colombia y el eterno regreso de la violencia política

En un país donde las balas han intentado tantas veces callar las ideas, el atentado de este 7 de junio contra Miguel Uribe Turbay resuena con un eco oscuro que Colombia no ha logrado extinguir desde los años noventa. Aquel joven político, con apenas 39 años, fue herido gravemente en Bogotá durante un evento público. La escena recuerda, con escalofriante similitud, los años más sangrientos del conflicto colombiano, donde la voz que se alzaba con firmeza contra los poderes ilegales era automáticamente marcada como objetivo militar.

La historia duele aún más si se considera su genealogía: Miguel es hijo de Diana Turbay, periodista valiente e hija del expresidente Julio César Turbay Ayala, quien fue secuestrada y asesinada en 1991 por actores armados bajo la fachada de “revolución”, pero operando en el marco de intereses turbios entre narcotráfico y política.

Diana Turbay cayó en medio de la guerra sucia. Miguel Uribe ha crecido en esa sombra, hijo de la orfandad que deja la violencia. Y ahora, tres décadas después, esa misma violencia parece buscar el mismo resultado: silenciar.

Porque en Colombia, cuando una figura empieza a incomodar, a denunciar, a oponerse a ciertos intereses… aparece el plomo.

Y el patrón se repite.

Como Luis Carlos Galán, asesinado en Soacha por denunciar con claridad meridiana la podredumbre del narcotráfico.
Como Álvaro Gómez Hurtado, abatido en 1995 tras años de ser una conciencia crítica del poder.
Como tantos candidatos, líderes sociales, periodistas, activistas.

Y ahora, otra vez, un político joven, formado, con proyección presidencial, cae víctima de un atentado que —más allá de los detalles— recuerda al país su deuda: no ha logrado desarmar a quienes creen que el poder se gana no en las urnas, sino a tiros.

¿Quién se beneficia del silencio de Miguel Uribe?
¿A quién le estorbaba?
¿Quién lo veía como amenaza, como obstáculo, como riesgo?

La pregunta queda flotando en el aire caliente de una Bogotá ya acostumbrada a mirar con resignación el paso de las caravanas blindadas.

El atacante, un menor de edad, ha sido capturado. Pero la mano que jala el gatillo rara vez es la que escribe la orden.

Este no es un atentado solo contra un hombre. Es un mensaje contra la política decente. Un recordatorio brutal de que aún estamos lejos de ser una democracia donde las ideas circulen sin chaleco antibalas.

Colombia necesita respuestas. Pero más aún, necesita límites. Necesita ciudadanos que no se resignen. Necesita voces que no se callen. Y necesita, sobre todo, que esta vez no ganen los que siempre han aplaudido desde la sombra cuando un adversario cae.

Porque cada bala que calla a uno, es un disparo más contra todos.


Dr. Francisco Ramírez es Ph.D. en Administración y doctorante en Sostenibilidad. Cuenta con una Maestría en Medio Ambiente y Sostenibilidad por la Universidad de Barcelona, y combina una destacada trayectoria empresarial, académica e investigativa con una profunda comprensión de la realidad colombiana. Su formación y experiencia se forjaron también en la vida institucional del país, como oficial de las Fuerzas Armadas en los años noventa, etapa en la que vivió de cerca los fenómenos de violencia y conflicto que marcaron a toda una generación. Su visión crítica y comprometida refleja el rigor de quien conoce tanto los salones académicos como los desafíos del terreno.

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