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FRICCIÓN

Por Jorge Gamboa de Buen, Director de Desarrollo de Negocios de Fibra Danhos

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En el desempeño de una economía también existe la fricción que retrasa, encarece ó impide la realización de un proyecto, obra ó programa. La fricción está presente tanto en él sector público como en él privado y en la interacción de ambos.

Un requisito indispensable para el crecimiento económico es la eficiencia en todas las transacciones menores, como traspasar dinero entre cuentas, ó mayores como obtener permisos para construir un edificio ó abrir una empresa.

El éxito de muchas aplicaciones digitales (apps) como Uber ó Airbnb es precisamente que reducen la fricción de manera considerable. Son más rápidas y baratas que los sistemas contra los que compiten y su oferta es mucho más amplia que la de los canales tradicionales.

En casi todo el mundo los taxis son caros e ineficientes por la sobre regulación de las autoridades y la rigidez de la oferta (monopolios). Uber resolvió buena parte de ello al proveer transportación de calidad y de acuerdo a la demanda al evadir muchas normas absurdas lo que se tradujo en un beneficio directo a los consumidores reflejado en su rápido y rotundo éxito.

Airbnb, a su vez, facilitó el alojamiento turístico en todos los niveles, al evitar a los intermediarios, poniendo en contacto oferta y demanda, lo que trajo mejores precios y menos restricciones que en los hoteles tradicionales. Además, con una flexibilidad tal que oferta y demanda se ajustan continuamente, es decir, casi sin fricción.

En México las burocracias pública y privada nunca han sido muy eficientes. Cualquier trámite ó procedimiento es lento y tortuoso. Buenos ejemplos son la compra venta de inmuebles, la apertura de una cuenta bancaria ó hasta pagar impuestos u obtener las placas de circulación de un vehículo. Además ello fortalece la economía informal porque ahí las transacciones son más sencillas.

Una buena parte de la creciente fricción en la economía mexicana viene de que ante un problema como la escasez de agua, él encarecimiento de la vivienda, él cambio climático, él maltrato a mascotas ó la proliferación de motocicletas con su cuota de accidentes, la reacción de los partidos políticos y sus legisladores es legislar creyendo que así resuelven los problemas.

Lo hacen con malos diagnósticos, con prisas, con sesgo ideológico y sin siquiera un esfuerzo por completar reglamentos, diseñar procedimientos y capacitar personal para su ejecución

Esas leyes se contraponen con otras y crean nuevos trámites cuya gestión nunca es implementada correctamente. Las plataformas digitales prometidas nunca funcionan.

Por ejemplo, ante historias de maltrato animal en redes la CDMX reaccionó volviendo obligatorio obtener una CURP para perros y gatos.

De hecho, si se aplicaran las leyes y reglamentos vigentes se podría mejorar muchísimo, por ejemplo, el comportamiento de las motos.

Se cree que un legislador es bueno porque presenta muchas iniciativas no porque presenta buenas iniciativas.

El Congreso del Estado de Texas sólo sesiona cada dos años. Únicamente en una verdadera emergencia se convoca un período extraordinario. Y ello en un estado donde la economía es 50% más grande que la de todo México.

La compra de una casa en Austin, Texas se puede realizar en un noventa por ciento a través de un celular y casi sin intervención humana.

Su registro público de la propiedad es realmente público a través de una plataforma digital en tiempo real. Cualquiera puede obtener información sobre lo que está pasando en la zona deseada: qué se vende, a qué precio, cuando se cerró la operación y cuánto va a pagar de impuesto predial.

En las ciudades mexicanas esto es imposible. En CDMX el registro ‘público’ sólo proporciona información física a los interesados. Los trámites entran a una caja negra y es imposible verificar su estatus. Por ello hay que acudir a intermediarios legales como los notarios (que cada vez aportan menos valor) ó a gestores y coyotes que nunca se sabe de qué lado están.

Cuando por fin se logra digitalizar un proceso el trámite se vuelve todavía más tardado y complejo porque, en el mejor de los casos, la burocracia no sabe interactuar con él y, en el peor, lo boicotea.

Por todos estos ejemplos y muchos más puede decirse que la burocratización de la economía mexicana es una de las principales causas de su estancamiento. No sólo hace más lentas las inversiones y la creación de empleos, sino que desanima e inhibe nuevos emprendimientos.

Si no se toman medidas drásticas para reducir la fricción, ésta fuerza que todo lo frena, el crecimiento económico necesario para sostener los programas sociales simplemente no ocurrirá.

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