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¡Paren agresiones!

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Cuentan que Fray Luis de León acostumbraba a empezar sus clases en la Universidad de Salamanca con un “Como decíamos ayer…” para conectar la clase anterior con la siguiente. Y cuentan también que tras 4 años en la cárcel, ‘por haber traducido La Biblia a un lenguaje pagano’, al reincorporarse a la docencia, y como si nada hubiera ocurrido, este catedrático de Teología empezó su primera clase en 1577 con su ya conocido: “Como decíamos ayer…”.

Pero mientras son peras o son manzanas, el momento es crítico y los presagios que nos advierten los sabios médicos a los que se les ha puesto en las manos la coordinación de estrategias para abatir el impacto de la pandemia por Covid 19 en México son de que “está por llegar lo más difícil”, lo que no ayuda a la tranquilidad social y sí genera más nerviosismo, inquietud y temor.

Son los mismos sabios que aletargaron la puesta en marcha de soluciones porque mientras en otros países la pandemia comenzaba a hacer estragos, aquí se seguía con la ligereza y parsimonia propia del “aquí no pasa nada”, “no exageren”, “salgan a la calle, no debemos detener la vida económica del país”; y son los mismos que a modo de obediente contracción decían que la ayuda “es moral”.

Todavía en febrero de este año, sin advertir los riesgos ni prevenir soluciones urgentes, el gobierno federal vendió a China un número millonario de cubre bocas y material de salud urgente en ese momento para ellos, sí, pero al trivializar el impacto de la pandemia en México, se vendió una reserva que más tarde habría de ser necesaria en nuestras propias urgencias.

Y luego de semanas, cuando en México hay desabasto del mismo material, cuando en México se requiere equipo de protección especial para médicos, enfermeras y asistentes de todo orden en clínicas, hospitales, consultorios… que ya atienden el creciente número de enfermos por Covid-19, el gobierno mexicano compra a China parte del mismo material que antes le vendió, aunque ahora a precios muy arriba de los que se vendió entonces…

Según el contrato firmado el 29 de marzo, México pagó a China al día siguiente 56.5 millones de dólares por guantes de exploración, mascarillas quirúrgicas y respiradores KN95, equivalentes a los N95 que se fabrican en EUA y autorizados por Cofepris. Estos últimos, por más de 18 millones de dólares. Lo que sigue es su distribución urgente en todo el país. Y viene más material de salud.

Lo importante-urgente ahora es garantizar la seguridad del personal médico de México; impedir su infección y garantizar, también, que sanos puedan seguir ayudando y salvando vidas. Porque como se ve en distintos hospitales del sistema de salud pública, hay contagiados doctores, enfermeras, asistentes…

Al momento hay 329 personas que trabajan en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) entre médicos, enfermeras y trabajadores de otras áreas que están infectados con el nuevo coronavirus.

Esto lo informó el director de Prestaciones Médicas, Víctor Hugo Borja Aburto. Además, afirmó que en los hospitales de Tlalnepantla de Baz en el Estado de México; en Los Cabos, en Baja California Sur, y en Monclova, Coahuila es en donde tienen más casos de empleados de salud infectados, pues cada uno supera los 40 casos.

Cuidarlos a ellos es multiplicar la solución. Darles los instrumentos para su seguridad es de lógica natural, porque son ellos los que en primera línea están enfrentando al monstruo invisible que cada día cobra más víctimas en el mundo y en donde más nos duele: México…

Ya han ocurrido manifestaciones de personal de salud para exigir equipo apropiado para su propia seguridad: no lo hay en casi todos los casos y se sabe que muchos de ellos tienen que adquirir lo que les es posible para continuar su tarea humanista y científica…

Pero ahí no termina el problema para los médicos, enfermeras y personal de asistencia en salud. Resulta que personas infames e ingratas de este país se han dedicado a agredir a personal médico.

Así que mientras en otras partes del mundo felicitan y admiran al personal de salud que combate al coronavirus, en México muchos los denigran, agreden y discriminan, como ocurrió hace poco –por ejemplo- en Jalisco cuando a una enfermera al llegar a su casa luego del día de trabajo, vecinos la bañaron con sosa…

Hay muchos casos en los que a enfermeras o enfermeros les impiden el acceso a los vehículos colectivos “por temor al contagio”, o como cuando a una enfermera, vecinos le impidieron de forma agresiva entrar a su casa porque “podría venir contaminada”… Y así múltiples ejemplos de insolidaridad, de indignidad y terror colectivo en contra de quienes nos salvan.

Tenemos que ayudar al personal médico ocupado en estas tareas difíciles en tiempos críticos; tenemos que contribuir para su seguridad, para su integridad y tenemos que respetarlos porque están entregados a su compromiso profesional y humano bajo todo riesgo: salvar vidas y aliviar dolores humanos es su tarea y la están cumpliendo.

Ellos nos apoyan. Ellos merecen toda nuestra consideración, respeto y protección: el Institucional, el colectivo y el individual: ni más, ni menos. Sólo así, luego de todo esto, podremos decir: “Como decíamos ayer…”: gracias a ellos.

joelhsantiago@gmail.com

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