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Fátima Bosch, Miss Universo 2025: la corona que México ya había ganado con su fuerza
En Tailandia, México volvió a tocar la cima del certamen más visto del planeta: Fátima Bosch fue coronada Miss Universo 2025. Su nombre ya queda en la historia grande de nuestro país y del concurso, no solo por la banda y la corona, sino por la forma en que llegó hasta ahí: con carácter, resiliencia y una voz propia que no pidió permiso para existir.
Este triunfo se siente distinto porque Fátima no ganó únicamente en la noche final. Ella ya había ganando desde antes, cuando decidió presentarse completa: humana, fuerte, imperfecta y poderosa. Su historia personal —marcada por el bullying escolar y el TDAH, y convertida en motor para impulsar proyectos sustentables en moda— le dio una profundidad rara en un escenario donde muchas veces se juzga la superficie. Llegó con una causa viva, no con un discurso aprendido.
Y si algo terminó de sellar su lugar como símbolo, fue la manera en que se plantó frente a la adversidad. En las semanas previas hubo una controversia pública durante eventos del certamen: Fátima fue confrontada de forma irrespetuosa en un livestream por un directivo, y lejos de doblarse, exigió respeto y defendió su dignidad; varias concursantes la respaldaron y el propio directivo acabó pidiendo disculpas.
Esa escena la retrató entera: una mexicana que no se deja apagar, que pone límites con elegancia y que entiende que representar a México también es representar la fuerza y la dignidad de nuestras mujeres mexicanas.
Por eso digo que Fátima ya había ganado: porque mostró el poder de las mujeres mexicanas antes de escuchar su nombre como ganadora. Ganó cuando eligió ser valiente. Ganó cuando convirtió su historia en bandera. Ganó cuando recordó al mundo que la belleza sin propósito es solo luz pasajera, pero la belleza con carácter cambia conversaciones, inspira generaciones y abre camino para otras.
Hoy México celebra una corona, sí, pero sobre todo celebra un mensaje. Celebramos que una mujer mexicana puede llegar a cualquier escenario global sin pedir permiso para ser firme, sensible y líder.
Celebramos que se puede ganar con inteligencia emocional, con causa, con temple. Y celebramos que, en un concurso que mira al mundo, la mirada del mundo volvió a encontrarse con México en lo más alto.
Fátima: mi felicitación total. Mi reconocimiento profundo. Y mi admiración sincera. Gracias por recordarnos que el verdadero triunfo no empieza con una corona, empieza con la decisión de creer en uno mismo cuando nadie más lo hace.
Hoy eres Miss Universo, pero desde hace rato eres orgullo de México.
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