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Sistema de caña viva permite estructuras complejas

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En la décima edición de MEXTRÓPOLI, Festival de Arquitectura y Ciudad, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó el Pabellón de Caña Viva, una estructura de carrizo que se puede interpretar como lo infinito y colectivo. Es un anillo continuo, en constante cambio, con alabeos que alternan módulos de arcos de curvatura convexa (positiva) o cóncava (negativa).

Para realizar la estructura se conjugaron materiales ancestrales revalorizados, como el carrizo y la cuerda de henequén, y soluciones de alta tecnología como el fresado de los moldes para las piezas que conforman la cimentación. La solución consiste en un sistema prefabricado de módulos atornillados de fibrocemento sobre una base de madera, lo que permite cumplir con las normativas oficiales del centro histórico, donde se inhibe el daño al piso de la Alameda Central, lugar en que se ubicó.

La estructura de geometría compleja podrá ser visitada en la calle de Doctor Mora 7, frente al Mural de Diego Rivera, contiguo a la Alameda Central, hasta el 1 de octubre, y a partir del 22 de octubre en el Parque Ecológico de Xochimilco, donde será instalada para que los visitantes puedan admirarla en el entorno, de donde es originario el material con que está realizado el Pabellón.

Durante la presentación del Pabellón, Ronan Bolaños, responsable del Laboratorio de Arquitectura y Tecnología Experimental, señaló que la construcción es un esfuerzo conjunto que involucró a su Laboratorio de Arquitectura y Tecnología Experimental (LATE), así como el de Estructuras Ligeras (LEL), de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Se involucró a alumnos desde tercer semestre de la licenciatura, alumnos de la especialización en Diseño de Cubiertas Ligeras, maestría y doctorado, así como voluntarios de diversas instituciones, dando un total de aproximadamente 80 personas.

Explicó que el esfuerzo fue integral y conjunto de poco más de un mes, ya que se cosecharon las cañas de carrizo en Xochimilco, se trasladaron a Ciudad Universitaria, donde se limpiaron y se ordenaron para conformar los arcos que sustentan la estructura. Además, la realización del proceso de la cimentación incluyó el diseño y fabricación con un brazo mecánico, con el fin de realizar su montaje posterior en la Alameda Central.

También señaló que participaron una serie de especialistas en el sistema constructivo de caña viva, entre ellos Marco Berumen y Lorelí Ortiz; así como expertos en diseño paramétrico y fabricación digital como Rodrigo Shiordia; los cuales emplearon el desarrollo tecnológico que ha ido formando y desarrollando el británico Jonathan Cory-Wright, quien compartió durante el proceso una charla con los participantes y la consultoría para hacer la estructura.

Bolaños puntualizó que la figura de carrizo es un experimento que tiene que ver con el desarrollo de tecnologías muy sencillas, hasta la fabricación robotizada de los moldes para las bases, siendo un ejemplo de que conviven perfectamente estas tecnologías.

Por su parte Marcos Javier Ontiveros, detalló que la intención de estas estructuras es que sean resistentes por forma y no por masa, en donde todos los nodos son articulados y disipadores de energía, es una estructura muy ligera que de alguna forma son hermanas a las canoas egipcias de hace 3,500 años, por lo que realmente no se inventa nada,  pero se recupera información y conocimientos tradicionales que se integran a tecnologías, como el brazo robotizado, lo cual da mucha esperanza en seguir utilizándolos.

En tanto que Marco Berumen, de Kali Tlali Permacultura, precisó que esta técnica realmente no deja residuos, es artesanal, pues requiere mucho esfuerzo humano, creatividad, mucha paciencia y sobre todo es una técnica ecológica y consciente; que acompaña a otras técnicas constructivas que no son únicamente el carrizo.

Añadió que también se pueden hacer estructuras de este tipo un poco más pesadas o emplear el carrizo no como una estructura, sino como parte de la pared o parte del relleno y que es importante revalorar las técnicas antiguas para resolver necesidades actuales, ya que la construcción, actualmente más común en el mercado, es el segundo contaminante más fuerte en el planeta.

Lorelí Ortíz, asesora e impulsora del proyecto, dijo que realizarlo fue posible porque se unieron esfuerzos de los participantes, sus conciencias e integración con las comunidades de Xochimilco, donde se localizaron y cortaron 3,000 cañas. Haciendo un símil de que una sola caña no hace posible la estructura lograda, se requiere coordinar y unirse a las demás, como fue el caso de cada uno de los participantes; significó trabajar de forma comunitaria, donde las jerarquías se construyeron conforme a la coordinación y comunicación de sus voluntades.

“Nos gustaría que entendamos esto como un punto de partida de lo realizado en la Alameda como parte de la feria de MEXTRÓPOLI, nos interesa mucho la vida que le van a dar después en el reciclaje y que lo podamos compartir también en nuestras redes, porque es fundamental que en cualquier esfuerzo de este tamaño, no se quede aquí como consumo inmediato, ver qué pasa, que sigue que lo podamos documentar porque  de seguro va a seguir“, declaró Miguel Adriá, director de Arquine y fundador de Mextropoli.

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