OPINIÓN
PROMESAS Y OCURRENCIAS | SALA DE ESPERA
El proceso electoral está ya en la etapa de las ocurrencias. Las dos candidatas presidenciales -dicen que también hay un tercero- se esfuerzan por “convencer” a los ciudadanos para que les otorguen sus votos y está demostrado que el mejor camino es el de las promesas, la más ocurrente mejor. Así ha pasado siempre.
La picaresca (podría escribirse la “pricaresca”) de la política nacional “narra” que una vez un candidato presidencial de aquellos del siglo pasado llegó con su gira a un pueblo y emocionado para emocionar a sus oyentes les prometió: “vamos a construir un puente sobre el río”, pero los acarreados no aplaudieron.
Rápidamente, lo que no ocurre ahora, el equipo del candidato se dio cuenta que éste estaba haciendo una promesa para el municipio que seguía en su ruta y de inmediato se lo hicieron saber, mediante una discreta tarjeta.
El candidato se repuso histriónicamente y dijo eufórico: “no, no me equivoqué; ya sé que aquí no se necesita un puente para un río porque no existe, pero mi gobierno también les va a construir el río”, y los aplausos y vítores fueron estremecedores. No hay estadísticas de cuántos votos logró, pero que los consiguió, los consiguió.
Y en éstas están las candidatas presidenciales: tratando de endulzar el oído de los probables votantes, aquellos que necesitan de las promesas y que son la mayoría de los inscritos en el padrón.
Hoy, y también antes, a muy pocos votantes les importan los “proyectos de nación”, los “planes de gobiernos”, las “plataformas políticas”, los “programas de acción” de los candidatos y sus partidos. Les interesan la promesas y por eso los candidatos y sus partidos contratan, por millones de pesos, a “estrategas” que les dicen que prometer, cómo entrar en las redes sociales, cómo vestir, como hablar, como moverse y un largo etcétera.
Por ejemplo, en las primeras semanas de campañas se ha dicho lo que suponen que los votantes quieren escuchar: se mantendrán las becas y pensiones del actual gobierno; es más, se incrementarán en monto y número; se rebajara la edad para las pensiones de la tercera edad. El gobierno propone modificar el esquema de las afores, aunque no tenga la probabilidad de conseguirlo, para regresar al anterior sistema ahora con la promesa de pensión al 100%.
Las pensiones y las becas del gobierno federal son derechos constitucionales y para eliminarlas se debe reformar la Constitución, facultad del Congreso de la Unión y de los congresos estatales, pero: ¡eso quién lo sabe!
Ya comienzan a surgir más ocurrencias: retornar a la dieta prehispánica, “propuesta” de la candidata oficialista (¿es el regreso del grito “sin maíz no hay país”, cuando no se consiguió la prometida autosuficiencia?); o una mega cárcel de la candidata opositora, cuando lo que se requieren son sentencias judiciales contra cientos de miles de indiciados; las prisiones para sentenciados no están llenas, las saturadas son las cárceles preventivas.
Suenan bien, pero en ambos casos es demagogia. Los votantes son expertos en escuchar ocurrencias y seguirlas como sucedió hace seis años. A ello apuestan los “estrategas” electorales.
Por eso cuando hay alguna propuesta más elaborada como la de cerrar dos refinerías por incosteables y contaminadoras hay revuelo, y entonces la “agenda” político-electoral cambia de manos y también la “percepción” sobre las candidatas: por primera vez en esta campaña la candidata opositora está marcando el paso.
Todavía falta mucho por verse y oírse de aquí al 2 de junio.
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