Especial
Avanza proyecto del Tren Maya, aún con oposición
Esa construcción y las obras conexas, implican numerosos riesgos e impactos ambientales a todo el sureste mexicano, zona de alta riqueza biológica e importancia para la conservación y protección de la selva maya, del acuífero y de la biodiversidad.
Aún con la confrontación entre el gobierno federal, grupos ambientalistas y partidos políticos, el proyecto Tren Maya, que comprende una extensión de mil 500 kilómetros que cruzarán los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, lleva un avance de 12.5%.
A pesar de la defensa que ha hecho el gobierno del Tren Maya, organizaciones como Greenpeace y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CMDA) subraya su postura de que esa construcción y las obras conexas, implican numerosos riesgos e impactos ambientales a todo el sureste mexicano, zona de alta riqueza biológica e importancia para la conservación y protección de la selva maya, del acuífero y de la biodiversidad.
Resalta que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ha advertido que el proyecto impactará en diversos municipios de Chiapas y Tabasco, las selvas altas, los pantanos y sabanas.
En la Península de Yucatán impactará los macizos de selva más grandes y en mejor estado de conservación de México y Mesoamérica, áreas con manglar y otros humedales. Estos ecosistemas sufrirán alteraciones (degradación, fragmentación y deforestación) asociadas con la construcción, circulación y desarrollo propuesto por el proyecto del Tren Maya, subraya la CEMDA COMO los principales riesgos e impactos ambientales asociados.
Expone que se ha planteado que las personas que tienen propiedades sobre el área del proyecto puedan participar en el fideicomiso Tren Maya, aportando en dotación, como soporte material y financiero, sus tierras. Esto implica que la tierra se vuelve propiedad del fideicomiso y los campesinos participan entre los socios, pudiendo acceder a beneficios si el proyecto es exitoso.
El proyecto pone en riesgo también el manejo tradicional del agua que han hecho los pueblos indígenas en la Península de Yucatán. Los principales asentamientos indígenas se encuentran en los estados de Yucatán y Campeche, en zonas que generalmente carecen de servicios de agua potable entubada y drenaje. La principal fuente de abastecimiento de agua en la región es el agua subterránea. Sin embargo, ante la omisión del gobierno de proveer pozos y bombas para extraerla, la opción para abastecerse ha sido la colecta del agua de lluvia y su almacenamiento en ollas, tanques, cisternas, jahueyes, entre otros.
Adicional a lo antes mencionado, el Tren Maya causará el desplazamiento poblacional en pueblos y ciudades. Muchas personas que se autoadscriben como indígenas viven en las cercanías de las vías del tren que fueron construidas hace décadas, pero no fueron consultados ni se obtuvo su consentimiento para la reubicación.
Advierten daños ambientales
Las dependencias a cargo del proyecto del Tren Maya han declarado que no habrá daños ambientales, puesto que se construirá sobre vías férreas ya construidas; sin embargo, se niegan a realizar estudios técnicos e informar a la sociedad con más detalles y datos sobre este punto, señala Greenpeace.
De acuerdo con un informe técnico que realizó la Cámara de Diputados en septiembre de 2019 sobre el Tren Maya, no hay información suficiente para establecer un grado del daño medioambiental pero, de acuerdo con su análisis, las afectaciones que podría presentar este proyecto (como lo haría cualquier otro) serían pérdida de vegetación por el desmonte y el despalme; y la pérdida de productividad del suelo a causa, entre otras cosas, de la compactación que genera el tránsito de maquinaria durante la construcción y de las vibraciones que se producen con el tránsito de trenes.
Según la ficha técnica, la hidrología también podría sufrir daños tanto a nivel superficial como subterráneo, y cambios en las corrientes naturales de las aguas; y existe riesgo de contaminación de cursos tanto superficiales como subterráneos a causa de sustancias vertidas por accidente o por un mal tratamiento de residuos, y pérdida y/o fragmentación de hábitats, que no siempre se solucionan con corredores biológicos.
Las obras y el funcionamiento del tren pueden producir alteraciones en el comportamiento de la fauna de la zona; riesgo de incendios tanto durante la construcción de las infraestructuras como durante el tránsito de trenes. “Al constituir una división artificial, como lo es la vía del tren, podrían interrumpirse los corredores biológicos naturales de especies que transitan en los diversos tramos de la ruta. Surgimiento de asentamientos regulares e irregulares poblacionales. Afectación a la fauna y vegetación de las áreas naturales protegidas donde pasará la ruta del tren” dice el informe.
La postura del gobierno federal
El gobierno federal, a través del Fondo Nacional de Turismo (Fonatur), afirma que el proyecto trabaja de la mano con especialistas y académicos en manejo ecológico de proyectos de infraestructura y con el apoyo de universidades y centros de investigación de la región, así como con dependencias del Gobierno de México como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“Se ha realizado una etapa de investigación, diagnóstico y pronóstico de los ecosistemas locales para determinar las mejores medidas de mitigación para la protección de la flora y fauna de la región.
“Entre estas medidas se contempla la construcción de pasos de fauna para evitar la fragmentación del ecosistema y la reintegración de las especies locales a su hábitat. La propuesta es realizar pasos subterráneos o elevados acondicionados con vegetación y otros elementos que garanticen su uso, dependiendo la zona y la fauna a preservar. Además, se mantendrá un monitoreo constante de las mismas”, precisa.
La consulta indígena
Resalta la realización de la consulta indígena en los cinco estados por donde pasará la ruta del Tren Maya:
“Este ejercicio de diálogo y consentimiento se realizó de forma libre, previa, informada y culturalmente adecuada, con los líderes y autoridades representativas de las localidades y comunidades pertenecientes a los pueblos indígenas presentes en los 112 municipios de influencia social del tren, los cuales fueron agrupados en 15 micro regiones indígenas, acorde a criterios metodológicos del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI)”.
Abunda que, en el marco de la consulta, se llevaron a cabo 30 asambleas (15 informativas y 15 consultivas) Participaron 10,305 personas pertenecientes a 1,078 localidades indígenas Los principales grupos étnicos presentes fueron: Maya, Ch’ol, Tseltal y Tsotsil. La consulta dio pauta a un proceso de diálogo permanente, frontal, transparente y circular con las comunidades indígenas, al cual se le da continuidad a través de la fase de seguimiento de acuerdos.
Participaron 39 dependencias que conforman un Comité Técnico Interinstitucional, el cual garantiza la atención puntual, y de manera integral a las inquietudes, acuerdos y compromisos establecidos con las comunidades en el proceso de consulta.
“Este proceso representa la base de un nuevo paradigma en la construcción de proyectos de infraestructura, ya que, por primera vez, el gobierno se acerca a las comunidades con el ánimo de construir, entre todos y a través del diálogo, una iniciativa de desarrollo regional que pone a la gente en el centro de las decisiones”, destacó el Fonatur.