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FINANZAS

Inflación el riesgo más importante en 2022: Intercam

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El fenómeno será más persistente que en 2021

Santiago Fernández, subdirector de análisis en Grupo Financiero Intercam, señala que varios de los factores de riesgo que serán determinantes en 2022 son la herencia de la pandemia y lo sucedido durante el 2021 en relación con los agresivos programas de estímulo fiscal y monetario, además de los esfuerzos extraordinarios de vacunación.

En su documento “La incertidumbre de 2022” señala que considera al riesgo de inflación, como el más importante a tener en mente, pues su resolución puede desembocar en dos escenarios completamente distintos, además de que la evolución de las disrupciones en cadenas productivas, las expectativas de inflación y los salarios serán cruciales.

Su escenario base contempla una inflación un poco más persistente en 2022, que obligue a acciones monetarias (no agresivas, pero sí categóricas) en EE. UU. que mantengan una tendencia de alza del dólar y un ajuste de las condiciones financieras globales; con los riesgos sesgados a que la inflación sorprenda al alza. No ve ajustes importantes al alza en las expectativas de inflación ni en los salarios, por lo que piensa que el alza de tasas será gradual y moderado.

El crecimiento económico, en este escenario, sería también moderado, conforme los efectos de bajas bases comparables desaparecen, las economías retoman tasas de crecimiento potencial, la política monetaria y fiscal son menos expansivas, y los problemas en cadenas productivas persisten hacia finales de año.

Agrega que en un año en el que nos espera incertidumbre y volatilidad, lo más recomendable es entender los factores de riesgo global y sus relaciones.

Inflación

Desde la óptica del especialista, en 2022, existen dos riesgos dignos de consideración con respecto a la inflación que deben ser tomados en cuenta y que, de materializarse, tendrían como resultado escenarios completamente distintos.

El primero de ellos es que las disrupciones en la oferta no se resuelvan a lo largo del año, al tiempo que la demanda se mantenga firme, ejerciendo presiones persistentes al alza sobre los precios. Si el procesamiento de cargamentos en los puertos se sigue retrasando, los precios del transporte de bienes se mantienen en niveles altos y las empresas siguen enfrentando escasez de insumos (semiconductores y materias primas en general) y trabajadores, la dinámica de inflación podría comenzar a extenderse a grupos más amplios de bienes en la economía.

De esta forma, para 2022 será esencial observar indicadores de salarios y expectativas de inflación, que nos darán sensibilidad sobre la materialización (o no) de este riesgo.

El riesgo opuesto es que las disrupciones en cadenas productivas se resuelvan antes de lo esperado, con lo cual se podría tener un escenario en el que la oferta se igualaría o incluso superaría la demanda, forzando una tendencia descendente de la inflación. Este escenario es más probable en la medida en que los patrones de consumo se normalicen a nivel global (vuelva la demanda por servicios y se reduzca la demanda por bienes), en la medida en que se agote el ahorro acumulado de los hogares o en el que la política monetaria y fiscal abandonen su inclinación expansiva.

Normalización de la política monetaria y la política fiscal

Este riesgo está fuertemente relacionado con la inflación. 2021 vio la extensión de estímulos monetarios y fiscales agresivos, que ayudaron a mantener una demanda firme, necesaria para la recuperación; sin embargo, las crecientes presiones inflacionarias están comenzando a pavimentar el camino hacia un retiro de los estímulos monetarios, y han obligado a repensar la necesidad de mayores estímulos fiscales; especialmente en economías avanzadas.

En Estados Unidos, la Reserva Federal ha anunciado que retirará por completo el programa de expansión cuantitativa para mediados de marzo y señaló 3 alzas a las tasas de interés en 2022 para contener los riesgos de una inflación persistente. Estas acciones tienen efectos tanto para los mercados financieros como para la economía. Esto apretaría las condiciones financieras a nivel global, reduciría la capacidad de endeudamiento de economías emergentes en dólares, incentivaría salidas de capitales en emergentes e incrementaría los costos de financiamiento en estos mercados.

Al mismo tiempo, encarecería el crédito en EE. UU. y podría ralentizar el crecimiento de la economía más grande del mundo. El mayor riesgo, es que las presiones inflacionarias (si son persistentes) empujen a acciones agresivas de la Reserva Federal que frenen el crecimiento de la economía estadounidense y provoquen turbulencia y volatilidad en los mercados financieros globales, incrementando los riesgos de recesión.

En cuanto a la política fiscal, la inflación ha comenzado a detener planes de gasto público en Estados Unidos. El plan de gasto social del Presidente Biden se encuentra detenido en el Senado, ante argumentos de que sus costos serían altos y que podría contribuir a una mayor inflación (mediante subsidios y facilidades fiscales contempladas en el plan). No sólo la mayor inflación inhibe estímulos monetarios, sino que, conjugado con un entorno en el que las tasas de interés podrían ser más elevadas, el financiamiento del gasto público vuelve menos viable, más costoso y difícil de defender políticamente.

Esto puede tener un impacto en menor crecimiento esperado para 2022, no sólo en EE. UU. sino en el resto del mundo, conforme otros gobiernos deciden disminuir ayudas por la pandemia y comienzan a definir planes de consolidación fiscal para afrontar el alto endeudamiento adquirido durante la pandemia.

En un escenario opuesto, en el que la inflación se desacelera (por las razones descritas anteriormente), es posible que los mercados ajusten sus expectativas sobre la normalización de la política monetaria a un entorno más benévolo.

China

Actualmente atraviesa un periodo de fuerte desaceleración económica, las autoridades han decidido implementar una serie de regulaciones en la segunda mitad de 2021 que impactan en la actividad de varias industrias, siendo la industria de construcción y el mercado inmobiliario el más afectado. China está intentando reducir los niveles de endeudamiento público y privado en el país, y para eso decidió limitar el otorgamiento de crédito en el sector de desarrollos inmobiliarios y la compra de casas. Un factor adicional, es que China tiene la política de contención del virus más agresiva del mundo.

La desaceleración en China (ya sea por cuarentenas o por un impacto más profundo del sector inmobiliario) amenazaría con desacelerar el crecimiento en países exportadores de insumos y el crecimiento global en general. Este riesgo podría ser aminorado sustancialmente por un giro reciente en la política económica china.

Virus

A casi dos años del primer brote de COVID-19, la pandemia aún no ha sido superada y se mantiene como uno de los riesgos económicos más relevantes de cara a 2022. La aparición de nuevas variantes no es algo que pueda descartarse, como lo demuestra la más reciente ola de contagios provocada por Ómicron.

Mientras existan poblaciones no vacunadas, los riesgos de mutaciones y la emergencia de variantes más agresivas no puede descartarse. Estas nuevas mutaciones podrían tener la capacidad de superar la protección otorgada por las vacunas y amenazar con nuevos cierres a la economía.

Sorpresas geopolíticas

Las tensiones geopolíticas a nivel global son un factor adicional para tomar en cuenta en 2022. Dentro de los eventos más relevantes se encuentran las tensiones en el mar del sur de China y las relaciones China-Taiwán, que se han deteriorado gravemente en 2021 y han generado temores de invasión por parte de China. Esto, a su vez, ha contribuido a mantener tensas las relaciones China-Estados Unidos.

Otro riesgo de conflicto militar que ha escalado en meses recientes se centra en Ucrania, con la presencia cada vez mayor del ejército ruso en la frontera con dicho país y amenazas estadounidenses de sanciones a Rusia en caso de una nueva invasión como la vista en 2014.

Finalmente, otros riesgos geopolíticos incluyen: descontento social por el acelerado incremento de precios en alimentos, lo que podría desestabilizar políticamente a algunas regiones, especialmente países emergentes o de bajos ingresos; las continuas negociaciones de Irán con occidente para un pacto nuclear, con consecuencias directas en el mercado petrolero; y las elecciones en Italia y en Francia durante 2022, con el potencial de un avance de la agenda euroescéptica en ambos países.

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