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Por Jorge Gamboa de Buen, Director de Desarrollo de Negocios de Fibra Danhos

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Todo mundo habla actualmente de la inteligencia artificial (AI). En los extremos hay quienes piensan que se debe prohibir y otros que va a resolver muchos de los problemas de la humanidad desde el diagnóstico y tratamiento de enfermedades hasta aspectos cruciales del cambio climático.

La AI existe cuando las computadoras son capaces de aprender más allá de las funciones para las cuales fueron programadas.

La IA lleva un buen de tiempo entre nosotros pero con alcances relativamente limitados. Alan Turing en 1936 diseñó una máquina precursora de las computadoras modernas. El término inteligencia artificial fue propuesto en 1956 por tres científicos en una conferencia en el Dartmouth College, New Hampshire. En 1997 Garry Kasparov, campeón mundial de ajedrez, pierde ante Deep Blue una supercomputadora creada por IBM.

Alexa, de Amazon, está entrenada con algo parecido a la IA. Aprende sistemáticamente de las preguntas de los usuarios acumulando cada vez más conocimientos en el camino. Otro ejemplo son los algoritmos que ordenan en las redes sociales las preferencias del usuario reforzándolas sistemáticamente.

Pero fue hasta que Sam Altman junto con Elon Musk, Amazon y otros fundaron Open Al en 2015, para capitalizar el potencial de la inteligencia artificial, que el fenómeno explotó.

Open Al desarrolló Chat GPT (Generative Pre-trained Transformer). Se lanzó en noviembre de 2022 y en cinco días superó al millón de usuarios. En dos meses ya tenía 100 millones de usuarios. Tic Tok tardó nueve meses e Instagram treinta en alcanzarlos. Claramente la tecnología se volvió mucho más visible y accesible por el lanzamiento de GPT como chat.

Desde el principio podía redactar textos a través de un algoritmo de 175,000 millones de parámetros. Ahora es capaz de componer música, diseñar edificios y crear arte. Todas las semanas se descubre un nuevo uso para la plataforma.

El sistema de financiamiento de Chat GPT, cobrando suscripciones por modelos más nuevos y desarrolladores que pagan por integrarlos a usos específicos ó a nuevas aplicaciónes, logra que para los usuarios sea gratuito por ahora. Ello a pesar de la enorme inversión en servidores y el alto consumo de energía en su operación.

Esta gratuidad inicial ha creado rápidamente un mercado de consumidores que comenzaron por la experimentación pero que paulatinamente la han empezado a utilizar para su trabajo. Algunos profesionales como los abogados ya la están usando en el día a día. Muchos contratos legales, por ejemplo, son fáciles de elaborar en Chat GPT y resultan satisfactorios

El debate está en los medios. Prácticamente todos los días aparecen artículos y opiniones sobre el tema, desde prohibirla hasta legislar su regulación. Musk y otros proponen una moratoria de seis meses a su desarrollo.

Los gobiernos y sus reguladores van atrasados en el entendimiento del problema, ya no digamos en su control. Recordemos que ni siquiera han sabido que hacer con Uber ó con Airbnb.

Yuval Noah Harari, el influyente escritor de Sapiens, argumenta en un solido artículo que la IA ‘ha hackeado el sistema operativo de la civilización humana’.

Stephen Hawking había dicho antes de morir en 2018 que la IA ‘podría acabar con la raza humana’ y el cantante británico Sting aseguró que habrá una batalla entre artistas y la IA por la defensa de sus obras.

La advertencia más ominosa es la de Henry Kissinger que, en un libro próximo a publicarse, predice una alta posibilidad de una tercera guerra mundial por la confrontación China ─ Estados Unidos desatada por armas controladas no por humanos sino por IA.

Al mismo tiempo el Hospital General de Massachusetts elevó la efectividad de predicción de cierto tipo de cánceres gracias a la IA; los agentes inmobiliarios confían en que agilizará los farragosos procesos de venta y renta de inmuebles y algunos artistas auguran nuevos horizontes para la creación usando IA.

Además han surgido startups para desarrollar modelos de negocios utilizando IA y están recaudando dinero rápidamente. Las empresas tecnológicas como Microsoft han recuperado parte del valor de mercado que habían perdido gracias a las expectativas generadas por la IA.

También se augura un efecto democratizador gracias a su habilidad para traducir información aún y cuando los modelos hayan sido entrenados en inglés.

Así como en la era ‘dot com’ de los 90´s cuando todo negocio tenía que tener una página web, pronto veremos la integración de alguna aplicación de IA en todo tipo de servicios. Primero para saciar a inversionistas y luego como una expectativa básica del consumidor.

Musk, oportunista como siempre, está a punto de obtener aprobación de la ‘Federal Drug Administration’ para que su empresa Neuralink implante chips en un cerebro humano para lograr una conexión instantánea con nuestras computadoras. Dice que la manera de defenderse de la IA es conectarla estrechamente con la voluntad humana.

Este es apenas el principio de una revolución tecnológica como lo fue el internet, creado por el ejército norteamericano, con pocos efectos al principio, que acabó transformando la vida de la humanidad.

Algo parecido se ha desatado con Chat GPT.

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