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Recesión no es una crisis económica

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Recesión no es una crisis económica

Aunque México puede experimentar un estancamiento económico o incluso una contracción en 2025, la posibilidad de una crisis económico-financiera sigue siendo baja, ya que los fundamentos macroeconómicos del país son sólidos, sin indicios de un colapso financiero inminente como los vistos en el pasado, señalan Alejo Czerwonko, Director de Inversiones de Mercados Emergentes de las Américas, Gabriela Soni, Directora de Estrategia de Inversiones y Laura Assis Iragorri, Analista en UBS Asesores México.

En el informe reciente de UBS titulado «La recesión no es una crisis», en el que analiza las oportunidades y riesgos que enfrenta el país como destino de inversión, se establece que México sigue siendo fundamentalmente sólido desde el punto de vista de la estabilidad financiera.

Además de que México sigue siendo un imán para la inversión extranjera gracias a su cercanía con EE.UU. y el impulso del Nearshoring; existiendo riesgos en el horizonte, debido a la incertidumbre política, además de los retos en infraestructura que podrían limitar el crecimiento.

A pesar de los desafíos, México sigue siendo un mercado estratégico con perspectivas sólidas a mediano plazo y existen oportunidades en sectores clave como la manufactura, tecnología y energía, los cuales presentan un alto potencial.

Los especialistas señalan que es crucial diferenciar entre una recesión cíclica y una crisis económico-financiera en toda regla indicando que una recesión se da con trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo durante los cuales las empresas luchan, los consumidores frenan el gasto y la dinámica del mercado laboral tiende a debilitarse.

Por su parte, una crisis es mucho más grave, en los mercados emergentes ha implicado históricamente el colapso del sistema financiero, una fuerte devaluación de la moneda y la incapacidad de cumplir con las obligaciones de deuda corporativa y soberana.

Actualmente, los fundamentos macroeconómicos de México son significativamente más sólidos, lo que reduce notablemente la probabilidad de una crisis similar a episodios anteriores, debido a los siguientes factores:

1) Cuenta corriente: Pequeño déficit

2) Deuda: Menor dependencia de la deuda externa

3) Tipo de cambio: Un amortiguador clave

4) Redes de seguridad adicionales: Línea de crédito flexible del FMI

5) Independencia del banco central y reservas de divisas

6) Resiliencia del sistema bancario

Los especialistas detallan cada uno de ellos:

1) Cuenta corriente: Pequeño déficit.- Un déficit en cuenta corriente grande y persistente ha estado presente a menudo en las crisis históricas de los mercados emergentes. En 1994, el déficit en cuenta corriente de México se amplió a casi el 8 por ciento del PIB, lo que hizo que la economía dependiera en gran medida de las entradas de capital extranjero. Cuando los inversores perdieron la confianza, la financiación empezó a escasear, lo que provocó una crisis de balanza de pagos.

Hoy, el déficit en cuenta corriente de México es mucho menor, por debajo de 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), nivel manejable que no requiere de un gran financiamiento externo, por lo que la economía es más estable y menos vulnerable a los cambios en la confianza de los inversionistas, reduciendo el riesgo de interrupción de flujos extranjeros.

2) Deuda: Menor dependencia de la deuda externa.- En el período previo a crisis pasadas, el gobierno y las empresas de México emitieron cantidades sustanciales en dólares estadounidenses, pero obtuvieron la mayor parte de sus ingresos en pesos. Cuando el peso se devaluó, las deudas se volvieron más difíciles de pagar, lo que provocó impagos y turbulencias financieras.

Hoy en día, sólo alrededor del 30 por ciento de la deuda pública de México está en moneda extranjera. La mayor parte de la deuda pública es en pesos con plazos de pago a largo plazo. Además, la deuda total del país es relativamente baja, del 52 por ciento del PIB, significativamente inferior a la de otras economías latinoamericanas, como Argentina, Brasil y Colombia.

3) Tipo de cambio: Un amortiguador clave.- Las crisis pasadas fueron graves, en parte debido a los regímenes cambiarios fijos o cuasifijos de México. Esto creó una falsa sensación de estabilidad hasta que el gobierno ya no pudo mantener el tipo de cambio, lo que llevó a devaluaciones repentinas.

Actualmente , México tiene un tipo de cambio flexible, lo que permite que el peso se ajuste a las condiciones económicas en tiempo real. A diferencia de 1994, Banxico no necesita defender un nivel de tipo de cambio específico, lo que ayuda a absorber los choques externos.

4) Redes de seguridad adicionales: Línea de crédito flexible del FMI.- Otra diferencia importante entre la posición actual de México y las crisis pasadas es la existencia de una Línea de Crédito Flexible (LCF) de 35,000 millones de dólares con el FMI. La LCF se concede únicamente a países con sólidos fundamentos económicos y políticas responsables.

5) Independencia del banco central y reservas de divisas.- En el pasado, Banxico solía estar sujeto a presiones políticas para llevar a cabo acciones que iban en contra de controlar la inflación, como imprimir dinero para cubrir al gobierno

Hoy en día, Banxico es en gran medida independiente, con su objetivo principal de mantener la inflación baja y estable, asegurando una política monetaria creíble. Además, México ha construido una sólida red de seguridad: las reservas de divisas del país como porcentaje del PIB se han triplicado desde la década de 1990.

6) Resiliencia del sistema bancario

Durante crisis pasadas, el sistema bancario de México era débil, estaba mal regulado y carecía del capital para absorber las pérdidas. En 1994, muchos bancos asumieron riesgos excesivos y no estaban preparados para el colapso del peso, lo que llevó a un rescate financiero masivo.

Hoy en día, los bancos de México se encuentran entre los más fuertes de América Latina El país fue uno de los primeros en adoptar Basilea III, un estándar de regulación bancaria global que garantiza que las instituciones financieras tengan suficiente capital y liquidez para resistir las crisis.

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