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Se deben atender rezagos y mejorar ambiente inversión: BBVA
Los analistas de BBVA Research México, señalan que los retos fundamentales, para mejorar las perspectivas económicas después de la pandemia, son atender los rezagos estructurales y mejorar el ambiente de inversión.
En su análisis económico “Factores cíclicos y estructurales explican un peor desempeño relativo de la economía mexicana en el contexto de la pandemia”, los analistas expresan que, en el largo plazo, el entorno para la inversión será un factor determinante para la actividad económica; además de que fomentar políticas públicas que promuevan el estado de derecho y la certidumbre jurídica en contratos, serán clave para impulsar el crecimiento potencial de la economía.
Manifiestan que la importancia de la inversión como factor de crecimiento no es solo su contribución contemporánea al Producto Interno Bruto (PIB), sino también su papel como detonante de crecimiento en el largo plazo.
En un entorno de incertidumbre, los rendimientos de la inversión o de aquellas actividades que contribuyen a elevar la producción total son bajos: si el cumplimiento de los contratos está en duda, o si la interpretación que los tribunales hacen de ellos es impredecible, los proyectos de inversión a largo plazo resultan menos atractivos (Romer 2002).
Asimismo, es imprescindible que el fortalecimiento del tejido de instituciones y políticas públicas favorezca no solo la acumulación de capital físico, sino humano. Las políticas definidas por el gobierno enmarcan el contexto en el que los individuos adquieren habilidades, y determinan en el largo plazo la cantidad de producto que un país puede generar con una determinada dotación de capital y trabajo (productividad).
Recuerdan que estudios como los de Romer (2002) y Hall & Jones (1999), le llaman a este tejido infraestructura social. El sistema de salud, el de educación, y las redes de seguridad social en su conjunto conforman un pilar insustituible de la infraestructura social. La calidad de los servicios médicos y educativos determina en el largo plazo la capacidad de los trabajadores de incrementar la producción de una economía.
De esta forma, el gasto público en estos sectores es fundamental para mejorar las condiciones estructurales del país de tal forma que la economía esté mejor preparada para hacer frente a choques; por lo que México debería contar con un sistema de salud de calidad y universal, y un programa de seguro de desempleo con cobertura nacional, ya que el objetivo último es reducir la brecha de ingreso impulsando tanto la acumulación de capital físico como humano.
Además, dado que los cambios en el sistema educativo pueden tardar muchos años en dar resultados, políticas fiscales más progresistas son necesarias en el corto plazo, en particular en un contexto en el que la desigualdad está repuntando de forma acelerada.
Recuerdan que la actividad económica en México se contrajo 8.5% en 2020, la mayor contracción desde la Gran Depresión de la década de los treinta. La magnitud de la caída es notoriamente mayor que la de las recesiones recientes y las crisis económicas de 2009, 1995 y los ochentas; señalando que el peor desempeño relativo de la economía mexicana responde principalmente a factores que afectaron la demanda interna.
La caída se originó en la pandemia, pero la magnitud del desplome responde a los siguientes factores:
- Políticas contra cíclicas mucho más moderadas que en otros países
- Debilidades estructurales y problemas de inconsistencia temporal
- El entorno de incertidumbre que ha generado problemas de inconsistencia temporal, el factor más preocupante
También indican que las debilidades estructurales, los problemas de inconsistencia temporal y la persistencia de un entorno de incertidumbre para la inversión enmarcan un débil punto de partida para el crecimiento de la economía mexicana en el largo plazo.
De acuerdo con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) -mismas que permiten un comparativo internacional-, en 2021 el PIB se encontrará casi 5.0 puntos porcentuales (pp) por debajo de su nivel pre-COVID (2019), y solo hasta 2024 alcanzará nuevamente el punto de partida previo a la pandemia.