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¿Cómo identificar mi perfil inversionista?
Coaching financiero
Dr. Arturo Morales M en C y F Carlos Chávez
Hoy en día, con la cantidad de información de noticias bombardeándonos por cualquier medio, estamos indirectamente más involucrados en temas financieros. Escuchamos y leemos con más frecuencia palabras como fintech, crowdfunding, criptomodenas, dinero digital, etc. Conceptos que resultan bastante atractivos, sobretodo, cuando vienen acompañados de los volúmenes, que se manejan a su alrededor, en términos de millones de pesos por transacciones diarias. Sin bien, nuestra curiosidad está latente por participar, por desconocimiento aún tenemos que lidiar con nuestra cultura enfocada más en cuidar lo poco o mucho que tenemos en vez de ir por más o de pensar que las inversiones son peligrosas, y que se perderá nuestro patrimonio. Debemos saber que no hay productos financieros absolutos, es decir, existe un gran abanico de opciones de inversión que se pueden ajustar a nuestras capacidades y características, de tal forma que podamos mantener el valor de nuestros recursos o incluso incrementarlo. Esto dependerá de qué tan cómodos estemos con la elección de un determinado producto, el que corresponda a nuestro perfil inversionista.
En temas de inversiones existe un concepto que es básico identificar para conocer nuestro tipo de riesgo soportable y poder elegir el tipo producto financiero más apropiado, es decir, cuyo comportamiento corresponda a nuestro “perfil de inversionista”. El perfil de inversionista nos ayuda a determinar de manera muy general el miedo soportable al exponernos a una situación de posible pérdida, así como el plazo de dicha exposición. Existe una relación entre riesgo y rendimiento que de manera simple nos establece una relación simple que dice que a menor riesgo menor rendimiento y, de igual forma, a mayor riesgo mayor rendimiento. De ahí, que sea importante ubicar un perfil ya que no todos tenemos la tranquilidad de aceptar perdidas a pesar de obtener una ganancia o incluso, de aceptarlas, que estas sobrepasen el límite de lo que consideramos aceptable.
Típicamente se manejan tres tipos de perfiles: conservador, moderado y agresivo. Cada entidad financiera tiene su propio método, y las variables a considerar pueden variar. Aun así, entre las características más usadas para su determinación están la edad, solvencia, dependientes y, lo más importante, el objetivo. El objetivo se refiere a la razón principal por la que deseamos disponer de un recurso en el futuro y por la que estamos dispuestos a comprometernos. Escuchamos comúnmente a los asesores financieros hablar de ¿para qué queremos ahorrar o invertir? y muchas veces nos limitamos a decir que solo queremos maximizar nuestro recurso; sin embargo, mantener presente el objeto de deseo, darle forma, olor, textura nos permitirá engancharnos más fuerte, motivarnos y, sobretodo, estar más comprometidos para cumplirlo. Es por esto que, a continuación, te decimos en tres pasos como establecer tu objetivo y qué consideraciones debes tener para alcanzarlo.
Lo primero es visualizar lo que deseas conseguir y tener presente estas categorías: entretenimiento, vivienda, seguridad y libertad.
- Entretenimiento cubre todo lo que deseamos como gratificación a nuestro desempeño actual y tiene que ver con cosas materiales de segunda necesidad: carros, viajes, dispositivos, etc. Y se le considera de corto y mediano plazo, es decir, en términos de meses: uno o varios.
- Vivienda categoriza los activos relacionados a bienes de más larga duración como una casa. Se le considera de mediano a largo plazo: uno o varios años.
- Seguridad engloba todo aquello que requerimos para subsistir en el tiempo, comida, medicamentos, atención médica, etc. Se considera de corto, mediano y largo plazo: uno o varios años.
- Por último, libertad que refiere a todo aquello después de los anteriores y por tiempo ilimitado. Esta categoría se le considera como de retiro o incluso lo que se define como vivir de rentas; que es cuando se ha alcanzado el ahorro suficiente que, invertido en un producto apropiado a tu perfil, te da el rendimiento mensual que te permite cubrir tus necesidades anteriores.
Lo siguiente, y segundo paso, es ubicar el objetivo. Lo más importante es que se le dé forma, color y lugar, es decir, que se le texturice de tal manera que se pueda estimar el recurso necesario que se requerirá para conseguirlo. Observa y proyecta su precio para así poder establecer el tiempo que te llevará la ejecución. Un buen ejercicio es considerar un precio y a partir de tus posibilidades presentes, como solvencia, gastos y ahorro, puedas proyectar el tiempo que requerirías para conseguirlo.
Posteriormente, y como tercer y último paso, y con ayuda de un asesor, puedes elegir el tipo de producto financiero correspondiente a tu tipo de perfil inversionista que más te convenga. Con esto, y dependiendo de las características del producto (rendimiento promedio), podrás proyectar en el tiempo el plazo para conseguir tu objetivo. Como podrás deducir, hay variedad de productos y cada uno te puede ayudar a estirar ese plazo o acortarlo, pero eso irá en función de tu perfil, del nivel de riesgo que te permita estar despreocupado y tranquilo con tu inversión. No hay razón para asumir un riesgo alto para achicar el plazo si en vez de disfrutar y empoderarte de lo que estás logrando te la pasas temeroso, nervioso o ansioso de pensar en la posibilidad de una pérdida.
Para concluir, te recomendamos poner nombre y tiempo al objetivo, que te puedas imaginar a ti disfrutándolo y hasta sentir qué olores y colores tiene. De tal forma que estés suficientemente motivado para hacer lo imposible y no parar hasta conseguirlo; por ejemplo, hasta buscar otros medios de mayores ingresos o complementar lo que ya tienes, incrementar tu ahorra mensual, etc. Pero eso sólo lo sabrás hasta que lo comiences y avances. Recuerda que el plazo puede ajustarse de acuerdo al tamaño de capital inicial, ahorro periódico y las fuentes de ingreso adicionales que encuentres. Ahora, te has preguntado ¿cuál es tu perfil de inversionista? ¿Cómo te consideras respecto al riesgo: conservador, moderado o arriesgado? ¿En qué categoría está tu primer objetivo?